El pasado mes de noviembre se celebró en Río de Janeiro una nueva edición del Foro Mundial de la Ciencia (WSF, siglas en inglés del World Science Forum), organizado por las Academias de Ciencias de Brasil y Hungría, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU). Desde 2003, el Foro reúne cada dos años a destacados científicos, políticos, representantes de la industria, la sociedad civil y los medios de comunicación para debatir sobre la contribución de la ciencia a temas de interés global.
Conocido como el davos de la ciencia, el Foro Mundial de la Ciencia es el mayor y más prestigioso evento en el calendario de la política científica mundial. Más de 500 representantes de más de 100 países se dieron cita en Brasil para discutir los desafíos que enfrenta la ciencia para lograr un desarrollo sostenible. Pero ningún representante español estuvo entre los asistentes.
La desaparición de España del panorama científico internacional no es nada nuevo. En septiembre nos enteramos por sorpresa de que el Ministerio de Economía y Competitividad no iba a cubrir ningún tipo de gasto relativo a los comités científicos internacionales. Ni siquiera la cuota de ICSU (precisamente uno de los organizadores del Foro), del que España era miembro fundador desde 1931. Todo parece indicar que este gobierno sigue sin entender las implicaciones del aislamiento científico, quizás porque sus responsables carecen de la alfabetización científica o el asesoramiento necesario para entender la naturaleza de los retos a los que nos enfrentamos en el siglo XXI, no solo como país sino como especie. Es imposible seguir ignorando que los desafíos demográficos, sociales, económicos, ambientales y climáticos a los que nos enfrentamos no conocen fronteras, y requerirán de la participación activa y cooperación entre todos los países del mundo.
Ningún representante español estuvo entre los asistentes al ‘davos de la ciencia’
La precaria situación de la ciencia española ha sido documentada en varios medios internacionales, hasta el punto de que algunos países empiezan a tomarnos como el modelo a no seguir, fenómeno conocido como “españolización de la ciencia”. Pablo Astudillo, secretario de la Fundación Más Ciencia, un movimiento ciudadano dedicado a promover la institucionalidad de la ciencia en Chile, comentó: “Estamos luchando para que la ciencia tenga un lugar de peso dentro de la Administración, reflejado en un Ministerio de Ciencia e Innovación, y trataremos de evitar que la ciencia sea llevada al Ministerio de Economía como ocurrió en España”.
En Chile quieren “evitar que la ciencia sea llevada al Ministerio de Economía, como ocurrió en España”
Como el caso de España ha demostrado, el colectivo que más sufre las consecuencias de un sistema científico al borde del colapso es el de los jóvenes investigadores. Con el objetivo de analizar y diagnosticar la situación de los jóvenes cientÍficos alrededor del mundo, la Fundación Más Ciencia fue una de las invitadas a participar en Brasil en una sesión para debatir sobre su situacion actual y el futuro en los cinco continentes, organizada por la Asociación Mundial de Jóvenes Científicos (WAYS, del inglés World Association of Young Scientists).
Los retos y desafíos a los que se enfrentan los jóvenes cientificos varían mucho entre regiones. Mientras algunos países desarrollados como España, Estados Unidos y Reino Unido se enfrentan a una sobreproducción de doctores, otros países emergentes como Brasil necesitan importar cientificos para desarrollar sus sistemas de investigación más rápidamente. La falta de información y datos oficiales sobre este fenómeno favorece la fuga de cerebros descontrolada y dificulta el retorno de los investigadores, como documenta el proyecto Fuga2, ya que los países no saben cómo asimilar este exceso de doctores ni existen suficientes acuerdos formales a nivel internacional para equilibrar la situacion.
La Asociación Mundial de Jóvenes Cientificos detectó que, ante la pasividad de algunos gobiernos, en los últimos años han nacido un gran número de iniciativas de base social promovidas por investigadores e innovadores sociales, muchos de ellos en España y América Latina. Estos movimientos están dedicados a defender los intereses de los jóvenes científicos, fomentar la cohesión regional, divulgar la ciencia a todos los ámbitos de la sociedad y concienciar sobre la importancia de la investigación para alcanzar el desarrollo sostenible.
El colectivo que más sufre las consecuencias de un sistema científico al borde del colapso es el de los jóvenes investigadores
Con el apoyo de Unesco, la Asociación Mundial de Jóvenes Cientificos anunció durante el Foro Mundial de la Ciencia la creación de la nueva Red Latinoamericana de Jóvenes Cientificos que buscará otorgar una voz colectiva y plural a los jóvenes investigadores en países donde se estos encuentran menos representados ante los organismos de toma de decisiones y la sociedad, de forma similar a la plataforma Voice of Researchers recientemente creada por la Comisión Europea. La Red funcionará inicialmente en América Latina pero prevé una futura integración iberoamericana, con el objetivo de articular todas las iniciativas de base social que trabajan para el avance de la ciencia.
La voz de los jóvenes será fundamental para lograr traducir la evidencia científica en políticas para el desarrollo sostenible, porque son ellos quienes harán la ciencia del futuro. Para ello es imprescindible diseñar políticas científicas sólidas que acompañen a los investigadores desde los inicios de su carrera y apuesten por su proyección internacional e integración en redes regionales. Esperemos que esta vez España no vuelva a quedar al margen y proporcione a sus jóvenes científicos la oportunidad de participar en el debate sobre la ciencia del futuro.
— Marga Gual Soler, Doctora en Biología Celular y Molecular, ha trabajado en diplomacia científica y ciencia para el desarrollo en la ONU y es la primera científica en ganar una beca del Programa de Competitividad y Liderazgo Global de la Universidad de Georgetown. Actualmente prepara la puesta en marcha de la Red Latinoamericana de Jóvenes Cientificos junto con la Unesco.
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